El Arzobispo de Río de Janeiro (Brasil), Mons. Orani Joao Tempesta, confía en que los frutos de estos días ayudarán a construir una Iglesia "cada vez más presente entre los pobres, los necesitados" y a que los jóvenes sean protagonistas de un mundo nuevo y junto con toda la sociedad sean "constructores de la Civilización del amor soñada por Jesús". Así lo ha indicado este domingo durante la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.

Concretamente, ha indicado que, al igual que los padres del Concilio Vaticano II, del que se celebran cincuenta años, escribieron un mensaje a los jóvenes en el que les llamaban a recibir la "antorcha" de la vida de sus antepasados y a contribuir un futuro en el que se respete la dignidad, la libertad y los derechos de las personas. Hoy el Papa entrega a estos jóvenes la "antorcha de la evangelización para hacer discípulos en todas las naciones en este mundo tan desigual y complejo".

Además, ha agradecido al Papa "el anuncio de paz" que ha hecho durante estos días en Brasil y le ha asegurado que su visita a Brasil, su vuelta a América Latina como el primer Papa latinoamericano de la historia y su encuentro con la juventud del mundo quedará "grabada para siempre" en el corazón de los brasileños.

Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, encargado de las JMJ, Cardenal Stanislaw Rylko, ha señalado que han sido unos días "estupendos" de "gran siembra evangélica" con cerca de 300 obispos que han dado catequesis en 27 idiomas distintos, con los momentos de oración en silencio, con la "alegría" de estar todos juntos para "dar testimonio de que es bello ser cristianos, de que vale la pena seguir a Cristo".

"Cuántas decisiones importantes han madurado en estos días: decisiones definitivas --como Su Santidad nos enseña--, la decisión de formar un matrimonio cristiano, de seguir el camino del sacerdocio o de la vida consagrada" ha exclamado el Cardenal Rylko.

Asimismo, ha recordado las exhortaciones que ha hecho el Papa Francisco estos días como que un cristiano no puede estar nunca triste, que los jóvenes deben apostar por grandes ideales, que no han de tener miedo de ir a contracorriente y que no han de dejar que les roben la esperanza. Estas invitaciones, según ha precisado, "estimulan a los jóvenes a salir de sí mismos para ir a las periferias existenciales del mundo a llevar la Buena Noticia a través de los pobres, de los excluidos, de los marginados".