La prueba para comprender si se es cristiano o no, está en la "capacidad de llevar con alegría y paciencia las humillaciones". Así lo indicó el Papa Francisco esta mañana en la homilía de la Misa que presidió en la Casa Santa Marta donde reside.
El Papa volvió nuevamente a advertir sobre el peligro de las "tentaciones del bienestar espiritual", que impiden amar a Cristo con todo el corazón. Sí, "pero hasta un cierto punto." El peligro de la tibieza, de una fe hecha de cálculos y de pasos retenidos, siempre está al acecho. Y el Papa Francisco saca a la luz el argumento, de un modo que no deja lugar a excusas. El punto de partida, es el Evangelio de Lucas, en el pasaje donde Jesús pregunta primero a sus discípulos qué dice la gente sobre él y luego qué dicen ellos mismos, hasta la respuesta de Pedro: "El Cristo de Dios".
"Esta pregunta se dirige también a nosotros", dice el Papa, que enumera inmediatamente después una serie de respuestas de las que se filtra la esencia de una fe madura a medias. "¿Para ti quién soy yo? ¿El propietario de esta empresa, un buen profeta, un buen maestro, uno que hace que tu corazón se sienta bien? ". Soy "uno que camina contigo en la vida, que te ayuda a seguir adelante, a ser un poco 'bueno?" Sí, es cierto, pero la cosa no acaba ahí.