Estos desafíos no fueron un obstáculo para el P. Ragheed, quien continuó con todas las actividades pastorales, celebró Misas en los diversos templos de su diócesis y brindó apoyo moral y espiritual a los niños de su iglesia, incluso en los momentos más difíciles.
El P. Ragheed decía constantemente: "Los terroristas quieren acabar con nuestras vidas, pero la Eucaristía nos da la vida. Cuando tengo la copa de la Eucaristía en mis manos, digo: este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Siento que su poder me abruma. Tengo la copa en la mano, pero Él es quien me sostiene a mí ya todos, desafiando a los terroristas y uniéndonos en su amor sin límites".
Enfatizó más de una vez, en su conversación con sus allegados, que seguiría difundiendo el mensaje que lo obligaba a ser misionero en el nombre de Cristo, diciendo: "Los terroristas piensan que nos matan físicamente o nos asustan espiritualmente con sus métodos brutales. Muchas familias cristianas han huido por los abusos cometidos contra ellas, pero la paradoja es que nos hemos dado cuenta, a través de la violencia de los terroristas, que Cristo muerto y resucitado nos da vida. Esto nos da esperanza y nos ayuda a sobrevivir todos los días".
Las amenazas dirigidas al P. Ragheed Ganni continuaron debido a las diversas actividades que dirigió con los jóvenes en la iglesia. Su ministerio enfureció a los grupos terroristas en Mosul y comenzaron a surgir amenazas de muerte.