"Pasaba por Roma para encontrar al Papa, pero fue el Papa quien me encontró a mí". Así explica el sacerdote argentino Fabián Báez, su inesperado viaje en el papamóvil junto al Papa Francisco el pasado miércoles 9 de enero.

En una entrevista concedida a ACI Prensa desde Roma, el sacerdote de 42 años de edad señaló que ni siquiera tenía un billete de entrada a la audiencia general de los miércoles cuando llegó a la capital italiana -ya que por motivos de seguridad las entradas deben pedirse con meses de antelación-, de manera que si el Papa lo distinguió entre 120 mil personas, fue gracias a la providencia.

"Como no tenía billete, no pude entrar al sector de la audiencia, me quedé afuera, detrás de la última valla, cuando se acercó el papamóvil yo le sacaba una foto al Santo Padre y él me reconoció y me preguntó '¿Qué hacés acá?'".

"El papamóvil siguió de largo, y en la segunda vuelta hizo ese gesto insólito. ¡Detuvo el papamóvil y me invitó a saltar la valla! Pensé que me quería saludar. ¡Imagínate la alegría, lo estreché en un abrazo y ahí, es cuando me invitó al papamóvil! Entonces me dijo: 'Vení subí'. Y en el papamóvil me decía de tanto en tanto '¿Cómo estás?'. Después, incluso, se preocupó porque al llegar me pusieran una silla entre los embajadores", señala todavía incrédulo.

Al terminar el viaje, algunos instantes previos a la catequesis semanal que imparte, el Pontífice le dijo: "Si estás apurado no te preocupes, pero si te quedás hasta el final, hablamos diez minutos".

"Después de saludar como hace siempre uno por uno a los enfermos, con delicadeza, con atención, tardó como dos horas en terminar los saludos, y al terminar, pude charlar 10 minutos con él en la puerta de entrada antes de que llegar a su casa, en Santa Marta", dijo sonriendo y muy orgulloso el P. Fabián.

"Creo que fue un signo, un Papa abrazando a un sacerdote, creo que es esta invitación a todos los sacerdotes a sentirnos hijos de la Iglesia. Nosotros los cristianos no creemos en casualidades, las coincidencias son, como dice un amigo mío: 'Diosidencias'", añadió.

El sacerdote argentino refirió que conocía al Cardenal Bergoglio porque lo ordenó sacerdote cuando era Arzobispo de Buenos Aires, y le sorprendió que el Papa recordara su rostro.

"El Papa no ha cambiado, es el mismo y es otro. Porque él era ya así, su cercanía era la misma. Pero a la vez es otro porque irradia algo como una serenidad, una paz… estar con el Papa, verlo, es como si fuera una entrada a una ventana a Dios, al Cielo, y su sola presencia irradia algo especial", añadió.

Para el P. Fabián, el Espíritu Santo ha sido fundamental en esta historia: "Evidentemente Dios, en su infinita misericordia ha tenido ese gesto de bondad conmigo, pero este gesto del Papa no solo a mí persona, creo que es un gesto para todos los sacerdotes nos recibe, nos invita a estar con él y a confiar en él y en la Iglesia todas nuestras angustias, dolores, problemas, para sentirnos hijos de la Iglesia", dijo.

Cuando vuelva a Argentina, el sacerdote explica que continuará trabajando como siempre, entre la gente, "tal y como el Papa siempre nos invita".

"Así como el Papa Francisco está atento a cada uno, ojalá nosotros los sacerdotes podamos tener la gracia y la sabiduría para estar más cerca de cada persona, especialmente de los más pobres, de los que más sufren, de los más vulnerables, ojalá podamos todos los sacerdotes vivir con este deseo y con la fuerza para hacerlo", concluyó con una gran sonrisa.

Actualmente, el P. Báez está en Europa, pero a partir del mes de marzo trabajará en el Santuario San Cayetano de Liniers, Buenos Aires, Argentina, un lugar muy querido por el anterior Arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, quien iba los 7 de cada mes -el día de San Cayetano es el 7 de agosto-, para presidir la Misa.