En ese sentido, dijo que queda claro que "Alemania se aleja por sí misma y por su propia voluntad cada vez más de sus raíces cristianas".
"La tradición religiosa sólo puede esperar aceptación ilimitada cuando tiene detrás intereses comerciales: los regalos de San Nicolás en Navidad y los de la liebre de Pascua típicos de estas fechas. Cuando el calendario eclesiástico exige restricción de consumo, como en época de Cuaresma o el Día de Difuntos, en noviembre, a los creyentes se los declara grupo marginal, una minoría que no debe dictar las normas de comportamiento de la mayoría, secularizada desde hace tiempo", criticó.
"Llegados a este punto, podemos aventurar un pronóstico atrevido: en algún momento de los próximos 25 años, los comercios en Alemania abrirán en Viernes Santo. Pero no será debido a la mayor influencia del actual cinco por ciento de población musulmana, sino por la falta de respeto de una creciente parte de la población arreligiosa hacia la cultura religiosa y las tradiciones sociales en Europa".
"Algún comerciante minorista –indicó– irá a juicio para pedir tener derecho a vender pantalones y celulares, argumentando que los parques de atracciones están abiertos en Viernes Santo, un día tradicionalmente 'tranquilo'. Y el juez le dará la razón, primero porque se trata de dinero y segundo porque otra cosa iría en perjuicio del vendedor de pantalones. Y nadie se molestará por ello. Porque en el Occidente cristiano ya nada es sagrado para nadie".