El Papa Francisco continuó este miércoles 7 de noviembre en la Audiencia General con sus catequesis sobre el Decálogo, y en esta ocasión reflexionó sobre el Séptimo Mandamiento: "No robarás". Explicó que "No robar" implica también que "la posesión es una responsabilidad", y por eso no se puede privar a las personas de los recursos de la tierra necesarios para su supervivencia.
En este sentido, afirmó que "si sobre la tierra hay hambre, no es por la falta de comida". "Lo que falta es una iniciativa empresarial libre y con visión a largo plazo que garantice una adecuada producción y una planificación solidaria que asegure una distribución igualitaria".
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El Pontífice puso de relieve cómo a lo largo de la historia humana nunca se ha dado una cultura o una civilización donde "el robo o la prevaricación de bienes fuera algo lícito". De hecho, "la sensibilidad humana es muy susceptible a la defensa de las posesiones".
Sin embargo, el Papa quiso ir más allá del problema concreto del robo y del respeto a la propiedad ajena a la que, en un primer pensamiento, puede parece que se limita este Mandamiento. Por ello, animó a "focalizar el tema de la propiedad de bienes a la luz de la sabiduría cristiana".
"En la doctrina social de la Iglesia se habla del destino universal de bienes. ¿Qué significa esto?", comenzó Francisco. El Papa recordó las palabras del Catecismo, donde se dice que "los bienes de la creación están destinados a todo el género humano".
También citó estas otras palabras del Catecismo: "El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio".
"La Providencia, sin embargo, no ha dispuesto un mundo 'en serie', sino que hay diferencias, condiciones diversas, de modo que se puede vivir proveyéndose los unos a los otros. El mundo es rico en recursos para asegurar a todos los bienes primarios", recordó.
A pesar de ello, "muchos viven en una escandalosa indigencia y los recursos, empleados sin criterio, se van deteriorando". El Santo Padre recordó: "¡El mundo solo es uno! ¡La humanidad solo es una!".
"Las riquezas del mundo están hoy en las manos de una minoría, de unos pocos. Y la pobreza, incluso la miseria, es el sufrimiento de muchos, de la mayoría".
Francisco volvió a recurrir al Catecismo: "El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no sólo a él, sino también a los demás".
"En esta perspectiva surge el significado positivo y amplio del Mandamiento 'No robarás'. La posesión es una responsabilidad, y cada bien sustraído a la lógica de la Providencia de Dios es traicionado en su sentido más profundo". "Toda riqueza, para ser buena, debe tener una dimensión social", subrayó.
El Papa concluyó: "Aquello que poseo verdaderamente es aquello que sé dar. De hecho, si no consigo donar alguna cosa es porque esa cosa me posee, tiene poder sobre mí y soy esclavo de ello. Nadie es patrón absoluto de los bienes. Es un administrador de los bienes. La posesión de bienes es una ocasión para multiplicarlos con creatividad y usarlos con generosidad, y así hacer crecer en la caridad y en la libertad".