Durante el rezo del Ángelus dominical este 16 de enero, el Papa Francisco reflexionó en el episodio de las bodas de Caná cuando Jesús transformó el agua en vino para subrayar que "Dios quiere lo mejor para nosotros, nos quiere felices" ya que "la alegría que Jesús deja en el corazón es plena, es alegría desinteresada".
El Santo Padre señaló "el evangelista Juan no habla de milagro, es decir, de un hecho potente y extraordinario que genera maravilla. Escribe que en Caná tuvo lugar un signo que suscita la fe de los discípulos".
En esta línea, el Papa subrayó que "el primer signo sucede mientras dos esposos están en dificultad en el día más importante de sus vidas. En mitad de la fiesta falta un elemento esencial para una fiesta, el vino, y se corre el riesgo de que la alegría se apague entre las críticas y la insatisfacción de los invitados. Imaginemos cómo puede proseguir una fiesta de boda solo con agua, es terrible…".