La Asamblea de los Obispos Ordinarios Católicos de Tierra Santa publicaron una carta pastoral en ocasión al Año de la Fe que se inicia este jueves 11 de octubre, como un testimonio y una exhortación a vivir este tiempo intensamente este tiempo en medio de las dificultades.

Los Obispos, citando la Exhortación post-sinodal del Papa Benedicto XVI Ecclesia in Medio Oriente que el Santo Padre llevó a esta región en su reciente viaje al Líbano, recuerdan a todos que "el ejemplo de la primera comunidad de Jerusalén puede servir de modelo para renovar la comunidad cristiana actual".

Según informa la agencia vaticana Fides, los Prelados indican que el Año de la Fe adquiere una connotación propia en la tierra que, "ha sido la geografía de esta historia de fe", desde donde se ha elevado "la gran nube de testigos de la fe que pueblan las Sagradas Escrituras" y donde la Iglesia misma nació en Pentecostés.

"La Iglesia Madre de Jerusalén, guardiana de la fe de los Apóstoles", escriben los Obispos de Tierra Santa "es nuestra Iglesia y sigue dando modelos de fe hasta la fecha: la Beata Maryam Bawardi, la Beata Marie-Alphonsine, el Venerable Samaan Sruji".

La carta no oculta los problemas en medio de los cuales tienen que vivir el Año de la Fe las iglesias locales: "nuestra tierra sigue siendo desgarrada por la violencia, la injusticia, la ocupación y la inseguridad. Muchos están encerrados tras los muros y puestos de control, otros languidecen en las cárceles, sufren discriminación, lloran a sus seres queridos, suspiran por sus familiares con los que no pueden estar juntos, viven en el miedo y la ansiedad". También las revueltas que sacuden toda la región han tomado trazos enigmáticos: "a nuestro alrededor –dicen los obispos– se está como desmoronando un mundo conocido y los dictadores poderoso están siendo destituidos. El futuro se ve incierto como si las corrientes subterráneas retenidas en el pasado se desatasen. Muchos de nuestros hermanos y hermanas en la fe han decidido emigrar, dejando a nuestras comunidades más pobres y frágiles".

En un escenario que "a veces aparece amenazante", los Obispos de Medio Oriente reconocen que la fe misma puede tener la tentación de caer en la desesperación. Y sin embargo, los tiempos difíciles son los que muestran que la fe no es una cuestión de esfuerzo, sino que es un don gratuito del Señor.

"La fe que buscamos es una gracia, y por eso oramos que el Señor resucitado realmente pueda aumentar nuestra fe y nos haga Sus testigos alegres y llenos de esperanza. (...). Debemos buscar la gracia de Dios en medio de todos estos acontecimientos, incluso donde está la muerte, la sangre, la emigración forzada y la persecución".

Para pedir el don de la fe, los Obispos aconsejan cultivar los gestos de la vida cristiana ordinaria: la frecuencia de los sacramentos, la Misa, la catequesis, la práctica de la peregrinación y oración a los Santos Lugares.