El Templo es la casa donde un pueblo custodia su alma ante Dios. El cuerpo de cada persona también es un templo en donde el Señor habla y el corazón escucha. En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la Casa Santa Marta, el Santo Padre reflexionó sobre estas dos dimensiones.
El Papa meditó en el pasaje del Antiguo Testamento, en el que Judas Macabeo vuelve a consagrar el Templo destruido por las guerras: "el Templo como un punto de referencia de la comunidad, un lugar de referencia del pueblo de Dios", a donde se va por muchas razones, una de las cuales supera todas las demás.
"El Templo es el lugar a donde la comunidad va a rezar, a alabar al Señor, a dar gracias, pero sobre todo a adorar: en el Templo se adora al Señor. Y este es el punto más importante. También, esto es válido para las ceremonias litúrgicas: en esta ceremonia litúrgica, ¿qué es más importante? ¿Los cantos, los ritos bellos, todo? La adoración es más importante: toda la comunidad reunida mira el altar donde se celebra el sacrificio y se adora".