El Arzobispo de Valencia (España), Mons. Carlos Osoro, ha escrito una carta dirigida a los fieles de la diócesis en la que les anima a "visitar los cementerios y rezar por los difuntos" para no entrar en la "cultura del olvido sino en la de las raíces que nace del recuerdo de aquellos que os precedieron y que pusieron fundamento a sus vidas en Jesucristo".

Con motivo de la celebración este viernes de la solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración este sábado de los Fieles Difuntos, el Prelado explica que la visita a los cementerios "no es una costumbre más de las muchas que tenemos en nuestra tradición cristiana", porque se hace "desde el convencimiento profundo de que en la vida y en la muerte somos de Dios", según ha informado el Arzobispado en un comunicado.

En este sentido, Mons. Osoro propone a los fieles una "preparación" para que la visita al cementerio "sea más significativa para vosotros y los vuestros". A este respecto, aconseja en primer lugar, "tomar la vida cristiana como una gran peregrinación a la casa del Padre, del cual se descubre cada día su amor incondicional por toda criatura humana" y recuerda que "a los que visitamos en el cementerio ya hicieron esa peregrinación, que nosotros realizamos en estos momentos".

Penitencia

Además, propone el Arzobispo, dentro de esa preparación, la celebración del sacramento de la Penitencia "en estos días o la semana próxima" para realizar el "homenaje a nuestros seres queridos vestidos con las galas mejores, como son la gracia de Dios y la acogida del amor incondicional de Dios para nosotros".

También invita Mons. Carlos Osoro en esa preparación de la visita al cementerio, a "tomar conciencia de que somos juntos, los seres por los que rezamos y nosotros, miembros de la Iglesia, de ese Pueblo fundado por Jesucristo. Y eso no es cualquier cosa".

El Arzobispo de Valencia reitera su petición a los fieles de "orar sincera y profundamente por los difuntos" y pide que "no paséis por las tumbas de los vuestros sin más" porque "se merecen un recuerdo desde el valor supremo, que es desde Dios mismo".

El Prelado recuerda además que "aquellos de nuestros difuntos que se encuentran en la condición de purificación están unidos tanto a los bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la casa del Padre". "La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna", ha apuntado.