Cada 15 de agosto, la ciudad de Madrid, capital de España, se engalana para celebrar la Solemnidad de la Asunción en la advocación mariana de la Virgen de la Paloma, una de las devociones más queridas de España.

Curiosamente la Virgen de la Paloma no es la patrona de la Archidiócesis de Madrid -título que pertenece a la Virgen de la Almudena-, pero muchos madrileños la consideran la "patrona popular" de la ciudad y veneran su lienzo ubicado en el interior de la parroquia "Virgen de la Paloma y San Pedro el Real", en el barrio de La Latina, en el centro de Madrid.

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La pintura, que representa a Nuestra Señora de la Soledad, muestra a la Virgen con el vientre ligeramente abultado, al modo de los primeros meses de embarazo. No ha podido establecerse con seguridad quién es el autor de la pintura y los especialistas continúan las indagaciones al respecto.

Los bomberos

La Virgen de la Paloma es también patrona de los bomberos. Ellos, en este día, son los encargados de descolgar del retablo del templo el gran lienzo enmarcado en madera para sacarlo en procesión por las calles de la ciudad. Esta es una celebración a la que suelen asistir más de 600 mil personas.

La historia de la pintura se remonta a 1787, cuando una vecina del barrio, Isabel Tintero, observó a unos chicos jugando en la calle con un lienzo que encontraron tirado junto a otros objetos en un solar cercano. Tintero compró el cuadro, lo limpió, enmarcó y colgó en el portal de su casa.

En la celebración del 15 de agosto, al concluir la misa central, los bomberos se acercan a la imagen de la Virgen acompañados por los aplausos, vivas y cantos de los asistentes, quienes expresan así su amor a la Madre de Dios.

Una vez bajada, la Virgen es llevada en procesión en una carroza (antiguamente se colocaba en un coche de bomberos) con el Arzobispo de Madrid al frente y acompañado por decenas de sacerdotes, seminaristas y autoridades.

Devoción

Con el paso del tiempo, la devoción a la imagen se extendió entre los vecinos y adquirió fama entre los madrileños, quienes le atribuyeron favores y milagros. Las mujeres embarazadas acudían para pedir a la Virgen un buen parto y después regresaban con los recién nacidos como gesto de agradecimiento.

También llegaban frente a ella parejas de novios para pedir por un matrimonio santo.

Su devoción adquirió tales proporciones que incluso las reinas María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV (rey de España de 1788 a 1808) e Isabel II (reinó de 1830 a 1904) fueron muy devotas.

Muestra de este fervor fue la curación de uno de los hijos de la reina María Luisa, gravemente enfermo. La reina encomendó la salud del niño a la Virgen de la Paloma, quien la sanó.

Maria Luisa, como agradecimiento, acudió con las damas de su séquito a la capilla ya construida a donar el traje más fino de su hijo y ordenó que el gasto de iluminación del recinto corriera por cuenta del palacio.

El templo

La Virgen recibía tantos devotos que la capilla quedó pequeña y fue necesario construir una iglesia. Fue también Isabel Tintero quien recogió las limosnas para su construcción, finalizada en 1795. Poco más de cien años después se tuvo que construir un nuevo templo en el mismo lugar, que fue inaugurado en 1912.

El lienzo sobrevivió a la Guerra de la Independencia (1808-1814) y la Guerra Civil Española (1936-1939), periodos en los cuales tuvo que ser escondido. En el primer caso la pintura fue escondida en el cabecero de una cama y en el segundo en los sótanos de una farmacia, para evitar que los republicanos la destruyeran.