Benedicto XVI: Por supuesto, la Iglesia siempre debe preguntarse si hace lo suficiente por la justicia social en este gran continente. Este es un asunto de conciencia, que constantemente hay que preguntarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia, que es lo que no puede y no debe hacer? La Iglesia no es un poder político, no es un partido, pero es una realidad moral, un poder moral. [...] Debe ser una realidad moral. Repito una vez más: el primer pensamiento de la Iglesia es la de educar las conciencias y crear así la responsabilidad necesaria. Educar las conciencias individuales y públicas. Tal vez, en América Latina, pero también en otros lugares, hay en muchos católicos, una cierta esquizofrenia entre la moral individual y la moral pública: individualmente, son creyentes católicos, pero en la vida pública siguen otros caminos que no responden a los grandes valores del Evangelio que son necesarios para el establecimiento de una sociedad justa. Es bueno educar para superar esta esquizofrenia, educar no sólo a una moral individual, sino a una moral pública. Y tratar de hacer esto con la doctrina social de la Iglesia, porque, naturalmente esta moral pública debe ser una moral razonable y compartida, compartida también por los no creyentes, una moral de la razón. Por supuesto, a la luz de la fe podemos ver mejor tantas cosas que también la razón puede ver. Y precisamente la fe sirve también para eliminar los falsos intereses y los intereses que oscurecen la razón, Debemos trabajar para superar esta división social.
La cuarta pregunta referida a Cuba empezaba recordando las famosas palabras de Juan Pablo II: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba". Han pasado 14 años, pero parece que estas palabras continúen siendo actuales. Como usted sabe, Santidad, a la espera de su viaje, muchas voces de la oposición y defensores de los derechos humanos se han hecho sentir. Su Santidad, ¿usted piensa llevar de nuevo el mensaje de Juan Pablo II, pensando en la situación interna en Cuba, y en el plano internacional?
Benedicto XVI: Como ya he dicho me siento en completa continuidad con las palabras del Santo Padre Juan Pablo II, que siguen siendo pertinentes hoy en día. Con esta visita se ha abierto un camino de cooperación y diálogo; un camino que es largo y requiere paciencia, pero que va hacia delante. Hoy está claro que la ideología marxista, tal como fue concebida, ya no responde a la realidad. Porque no tiene respuestas para la construcción de una nueva sociedad. Deben ser encontrados nuevos modelos, con paciencia. Este proceso requiere paciencia, pero también decisión, queremos ayudar en un espíritu de diálogo, para ayudar a construir una sociedad más justa. Queremos cooperar en este sentido. Es obvio que la Iglesia está siempre del lado de la libertad: la libertad de conciencia, la libertad de religión.
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