La unidad es característica fundamental de la Iglesia, dice el Papa

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Al reflexionar en torno al Obispo mártir africano San Cipriano, el Papa Benedicto XVI señaló este miércoles durante la Audiencia General que la característica fundamental de la Iglesia es la unidad.

Al hablar ante más de 40 mil fieles reunidos en la Plaza San Pedro, el Pontífice recordó la vida de San Cipriano, nacido en Cartago, en una rica familia pagana, que se convirtió al cristianismo a los 35 años; y fue ordenado sacerdote y luego obispo.

El santo, recordó el Papa, enfrentó las primeras dos persecuciones sancionadas por un edicto imperial, la de Decio (250) y la de Valeriano (257-258), después de las cuales “muchos fieles abjuraron o no se comportaron bien frente a la prueba: eran los llamados ‘lapsi’, es decir ‘caídos’”.

El Papa destacó que con estos lapsi, Cipriano fue “severo pero no inflexible, dándoles la posibilidad del perdón tras una penitencia ejemplar”. El Obispo fue también “muy humano y lleno de auténtico espíritu evangélico, exhortando a los cristianos a socorrer a los paganos durante la peste”. Era “inamovible cuando se trataba de combatir las costumbres corruptas y los pecados que devastan la vida moral, sobre todo la avaricia”.

Además, "escribía sobre todo para edificar a la comunidad y para el buen comportamiento de los fieles”, agregó.

En su obra, “el tema de la Iglesia es su preferido”; dijo también el Papa; y explicó que en ella “distingue entre Iglesia visible, jerárquica e Iglesia invisible, mística, pero afirma con fuerza que la Iglesia es una sola, fundada sobre Pedro. No se cansa de repetir que ‘aquel que abandona la cátedra de Pedro, sobre la que está fundada la Iglesia, se engaña si cree que permanece en la Iglesia’”.

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 “La característica irrenunciable de la Iglesia es la unidad, simbolizada por la túnica de Cristo sin costuras: unidad que encuentra su fundamento en Pedro y su realización perfecta en la Eucaristía”.

Benedicto XVI animó además a recordar el tratado sobre la oración de San Cipriano, donde subraya que “con el Padrenuestro el cristiano recibe la forma correcta de rezar”, “conjugada en plural, para que el que reza no rece únicamente por sí mismo. Nuestra oración es pública y comunitaria” y “el cristiano no dice Padre mío, sino Padre nuestro, incluso encerrado en su habitación, porque sabe que en todo lugar y circunstancia es miembro de un mismo Cuerpo”.

“En definitiva, Cipriano se sitúa en el origen de esa fecunda tradición teológico-espiritual que ve en el ‘corazón’, el lugar por excelencia de la oración. Allí tiene lugar el encuentro donde Dios habla al ser humano y el ser humano escucha a Dios”.

‘corazón a la escucha’

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