La historia de los colores de la bandera Vaticana. Sepa por qué es blanca y amarilla

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En un artículo publicado en L'Osservatore Romano se precisa cómo fue el Papa Pío VII quien desde 1808 estableció que los colores del Vaticano fueran el blanco y el amarillo. A continuación la historia contada por el experto Claudio Ceresa.

En el artículo titulado "El amarillo y el blanco de dos siglos como colores pontificios", Ceresa explica que para hablar del uso de los actuales colores de la bandera vaticana, es necesario referirse a la "ocupación de la urbe por parte de las tropas napoleónicas, ocurrida en febrero de 1808".

"El comandante de las milicias francesas, general Miollis, colocó sobre los muros de la ciudad unos manifiestos, con los que se imponía la incorporación de las fuerzas armadas del Papa a las imperiales. Para los oficiales que seguían siendo fieles al reinante Pío VII se venían arrestos y deportaciones", luego de cual "las reacciones no fueron muy notables, incluso también porque se hizo circular la noticia de que el Pontífice estaba al corriente y no genero dificultad. Se rebeló solo un pequeño grupo de oficiales que fue deportado a la cárcel de Mantova".

"Para subrayar la unificación, y probablemente también para aumentar la situación de incertidumbre –continúa el experto– se permitió a los militares seguir usando el distintivo amarillo-rojo sobre sus sombreros".

Ceresa señala después como el Papa "no quería que Napoleón sujetara al Estado Pontificio, por lo que el 13 de marzo de 1808 protestó enérgicamente. Ordenó, entre otras cosas, a los cuerpos que aún eran fieles a él que sustituyeran la insignia con los colores romanos con una blanca y amarilla".

En el diario de un contemporáneo, el abad Luca Antonio Benedettalla escribe en la misma fecha que "el Papa para no confundir a los soldados romanos que están bajo el comandante francés, con los pocos que han quedado a su servicio, ha ordenado la nueva insignia amarilla y blanca. La han adoptado los guardias nobles y los suizos. La cosa es querida".

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Ceresa escribe a continuación que tres días después, el 16 de marzo de 1808, Pío VII comunicó "por escrito tal disposición al Cuerpo Diplomático, y el respectivo documento se considera con el acta de nacimiento de los colores de la actual bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano".

Este experto también explica que la elección del blanco y amarillo recoge una antigua tradición según la cual, el oro y la plata simbolizan las llaves del Reino que custodia San Pedro, y que en la antigüedad eran entregadas al Pontífice cuando este asumía la sede de Roma en "la Archibasílica lateranense".

Tras algunos desencuentros más, que terminan cuando Napoleón exige que quienes están a su mando usen una insignia con los colores de Francia o Italia; el emperador decretó el 17 de mayo de 1809 la unión de Roma y el Estado Pontificio a Francia. Con esta situación, señala Ceresa, "Pío VII excomulgó a quienes perseguían a la Iglesia, y en la noche entre el 5 y 6 de julio de 1809 el Obispo de Roma fue arrestado" y enviado al exilio en Grenoble, Savona y Fontainebleau hasta 1814, cuando pudo volver a la ciudad eterna.

"El Papa Chiaramonti no había olvidado el episodio de seis años atrás, y sobre los sombreros de las tropas romanas apareció nuevamente la insignia blanca y amarilla, signo de lealtad al legítimo soberano".

Ceresa explica luego como durante el siglo XIX distintas representaciones vaticanas comenzaron a usar la bandera con estos colores y precisa que actualmente, ésta se expone en distintas solemnidades religiosas y civiles como Navidad, Pascua, Corpus Christi, aniversarios del Papa, aniversario de la conciliación entre la Santa Sede e Italia; entre otras. "La bandera se iza al alba y se arría a la puesta del sol", indica finalmente el experto italiano.

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