Una semana después de la muerte del primer presidente de la democracia española y tras haber sido enterrado en la Catedral de Ávila, el Cardenal Antonio María Rouco Varela presidió el funeral de Estado en la Catedral de la Almudena de Madrid, donde afirmó que la concordia entre los españoles fue posible con Adolfo Suárez.

En la homilía, el Cardenal Rouco recordó que estos días han sido "el eco y el testimonio emocionado de profundos y nobles sentimientos de aprecio, estima y gratitud sinceras para con aquella persona que sirvió a los españoles con rectitud y fortaleza ejemplares en uno de los momentos más cruciales y delicados de su historia contemporánea".

Los cientos de personas que pasaron ante la capilla ardiente para despedirse de Adolfo Suárez representan, según afirmó el Cardenal, "la nobleza de corazón de tantos creyentes y de tanta gente sencilla y de buena voluntad" para rezar por él y también por España.

"La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas?", ha preguntado el Cardenal y precisó que Suárez siempre "buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar".

El Cardenal también destacó cómo tras dejar la política se dedicó a "una vida de familia más intensa dedicada al cuidado tierno y sacrificado de la esposa y de los hijos, después de la retirada dolorosa de la vida pública, y el asumir el largo tiempo de la propia enfermedad".

En ese sentido también subrayó el "testimonio ejemplar" y "una advertencia elocuente de cuáles son y deben ser los auténticos y fundamentales valores, los absolutamente necesarios, si se aspira a edificar un tiempo nuevo para la esperanza de nuestra sociedad y de cualquiera otra. En una palabra, si se quiere vivir, y ayudar a vivir a sus jóvenes generaciones en libertad, justicia, solidaridad y paz".

El Arzobispo de Madrid recordó "la forma sobrenatural de su aceptación y de su vivencia del sufrimiento en la difícil y heroica temporada de la enfermedad de su hija y de su amada esposa y en los años crueles de la propia, que él asumió enteramente, hablan de un hombre de arraigada y profunda fe cristiana".

"¡Una buena y hermosa lección para los católicos de esta España de hondas raíces cristianas llamados con urgencia histórica a ser y servir de fermento de nueva humanidad en medio de sus conciudadanos, afrontando humilde y valientemente el compromiso del amor cristiano con la sociedad y con el pueblo al que pertenecen!", expresó el Cardenal.

Durante la homilía también destacó que los españoles "somos responsables de que una gran tradición espiritual, que ha configurado en decisiva medida la historia del alma de España, no solo no se pierda, sino que renazca" y que "la inmarchitable novedad de Cristo vuelva a florecer en España".