Cada 9 de diciembre, pocos días antes de celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, recordamos a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en cuyos vestidos quedó impresa la imagen de la Madre de Dios.
“¡Amado Juan Diego, ‘el águila que habla’! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que ella nos reciba en lo íntimo de su corazón”, exclamó con voz potente el Papa San Juan Pablo II durante la homilía de la misa de canonización de San Juan Diego, el 31 de julio de 2002.
Con estas palabras el Papa le pedía al vidente de Guadalupe que nos muestre el camino del amor y piedad a nuestra madre, la Virgen María, para que todos los fieles la amemos como este santo la amó: con corazón inocente y puro.