Mientras tanto, la situación política en Alemania empeora -son años de deterioro moral en su país-. El régimen nacional-socialista la ubica y le prohíbe la enseñanza. A pesar de ello, Edith no se desanima. Su fe ha madurado y se descubre llamada a la vida religiosa: ingresa al Carmelo en Colonia como postulante. Con ese paso, rompe definitivamente con su pasado, y renuncia al prestigio y la fama del mundo académico. El 15 de abril de 1934 toma el hábito carmelita y cambia su nombre a Teresa Benedicta de la Cruz.
Un mundo "sin Dios"
Para ese entonces, la situación de los judíos se había tornado dramática y Edith pide ser trasladada de monasterio para no poner en riesgo a sus hermanas religiosas. Es enviada a una comunidad en Holanda junto con su hermana Rosa, quien también se había convertido al cristianismo y servía como hermana lega. Los nazis amenazan con deportar a los judíos de Europa, incluyendo a los conversos.
El derrotero tomado por el partido ya generaba el rechazo del mundo libre y la condena internacional. La Iglesia Católica a través del Papa Pío XII se convirtió en bastión de defensa del pueblo judío. A pesar de las innumerables presiones que recibe, Pio XII se mantiene firme, de lado de los perseguidos y maltratados.