Homilía del Papa Francisco en la Misa para la comunidad filipina de Roma

Homilía del Papa Francisco en la Misa para la comunidad filipina de Roma
El Papa Francisco durante la Misa. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Papa Francisco presidió este domingo 15 de diciembre, tercer Domingo de Adviento, la Santa Misa para la Comunidad Filipina Católica en Roma con motivo del primer día de la tradición religiosa filipina Simbang-Gabi, novena de preparación para la Navidad.

En su homilía, el Pontífice señaló que "por medio de esta celebración, nos queremos preparar para la Navidad según el espíritu de la Palabra de Dios que hemos escuchado, permaneciendo perseverantes hacia la venida definitiva del Señor".

A continuación, la homilía completa del Papa Francisco:

"Queridos hermanos y hermanas",

"Celebramos hoy el tercer Domingo de Adviento. En la primera Lectura, el profeta Isaías invita a toda la tierra a alegrarse por la venida del Señor, que lleva la salvación a su pueblo. Él viene a abrir los ojos a los ciegos, los oídos a los sordos, a curar a los paralíticos y a los mudos".

"La salvación se ofrece a todos, pero el Señor manifiesta una ternura especial por los más vulnerables, los más pobres de su pueblo".

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"De las palabras del Salmo Responsorial aprendemos que son los vulnerables los que merecen una mirada de amor especial por parte de Dios son los oprimidos, los hambrientos, los prisioneros, los forasteros, los huérfanos y las viudas. Son los habitantes de las periferias existenciales de ayer y de hoy".

"En Jesucristo el amor salvífico de Dios se hace tangible: 'Los ciegos recuperan la vista, los cojos caminan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia el Evangelio'. Estos son los signos que acompañan la realización del Reino de Dios. No sonidos de trompetas o triunfos militares, no juicios y condenas de pecadores, sino la liberación del mal y el anuncio de misericordia y de paz".

"También este año nos preparamos para celebrar el misterio de la Encarnación, del Emmanuel, el 'Dios con nosotros', que hace prodigios a favor de su pueblo, en particular de los más pequeños y frágiles. Tales prodigios son los signos de la presencia de su Reino. Y como los habitantes de las periferias existenciales continúan siendo muchos, debemos pedir al Señor que renueve el milagro de la Navidad cada año, ofreciéndonos nosotros mismos como instrumentos de su amor misericordioso hacia los últimos".

"Para prepararnos adecuadamente a esta nueva efusión de gracia, la Iglesia nos ofrece el tiempo de Adviento, en el cual estamos llamados a despertar en los corazones la espera y a intensificar nuestra oración".

"A este desafío, en la riqueza de las diferentes tradiciones, las Iglesias particulares introdujeron una variedad de prácticas devocionales".

"En Filipinas, desde hace siglos, existe una novena de preparación para la Santa Navidad llamada Simbang-Gabi (Misa de la noche). Durante nueve días, los fieles filipinos se reúnen de madrugada en sus parroquias para una especial celebración eucarística".

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"En los últimos decenios, gracias a los migrantes filipinos, tal devoción ha superado los confines nacionales y se ha celebrado en otros muchos países. Desde hace años, se celebra Simbang-Gabi también en la diócesis de Roma y hoy la celebramos juntos aquí, en la Basílica de San Pedro".

"Por medio de esta celebración, nos queremos preparar para la Navidad según el espíritu de la Palabra de Dios que hemos escuchado, permaneciendo perseverantes hacia la venida definitiva del Señor, como nos recomienda el Apóstol Santiago".

"Nos queremos esforzar para manifestar el amor y la ternura de Dios hacia todos, especialmente hacia los últimos. Estamos llamados a ser fermento en una sociedad que con frecuencia no consigue disfrutar de la belleza de Dios y experimentar la gracia de su presencia".

"Y vosotros, queridos hermanos y hermanas, que habéis dejado vuestras tierras para buscar un futuro mejor, tenéis una misión especial. Que vuestra fe sea levadura en las comunidades parroquiales a las cuales pertenecéis. Os animo a multiplicar la oportunidad de encuentro para compartir vuestra riqueza cultural y espiritual, dejándoos al mismo tiempo enriquecer por las experiencias de otros".

"Estamos todos invitados a construir juntos aquella comunidad en la diversidad que constituye un rasgo distintivo del Reino de Dios, inaugurado por Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre. Estamos todos llamados a practicar juntos la caridad hacia los habitantes de las periferias existenciales, poniendo a su servicio nuestros dones diversos, así como a renovar los signos de la presencia del Reino".

"Estamos todos llamados a anunciar juntos el Evangelio, la Buena Noticia de salvación, en todas las lenguas, y así llegar a todas las personas posibles".

"El Santo Niño al que nos preparamos para adorar, envuelto en pañales pobres y acostado en un pesebre, os bendiga y os de la fuerza para poder transmitir con alegría vuestro testimonio".

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