El ex embajador de Corea del Sur ante la Santa Sede, Thomas Hong-Soon Han, uno de los primeros miembros del Pontificio Consejo para los Laicos, considera que el mayor desafío de la Iglesia Católica para el tercer milenio es la evangelización de Asia, especialmente China y Corea del Norte.

"Ahora el desafío de la Iglesia Católica es que debe estar preparada para Asia. La evangelización del tercer milenio debe dirigirse hacia la evangelización en Asia", explicó Hong-Soon en una entrevista concedida a ACI Prensa el 5 de diciembre en Roma.

Como embajador "intenté convencer a mis amigos chinos a abrir las puertas al Vaticano, el único de los grandes países que todavía no tiene relaciones internacionales con la Santa Sede, algo muy importante para un desarrollo auténtico de cultura y espiritual".

"China es un país muy influyente en la situación actual de Corea del Norte. Nosotros oramos y trabajamos para que la evangelización se difunda en China por esto".

"Mi objetivo era que esta apertura de China pueda incidir en la situación norcoreana, que mejore la situación de los derechos humanos, ya que el primer elemento para los derechos humanos es la libertad religiosa", añadió el experto vaticano.

Estadísticamente el continente asiático posee la menor tasa de católicos del mundo, y aunque el número de fieles está creciendo, los gobiernos limitan la libertad de credo en países como Corea del Norte y China. En otros países la religión católica es muy aceptada, como Filipinas o Corea del Sur.

Según explica Hong-Soon, según un estudio estadístico en 2012 sobre conducta religiosa en Corea del Sur, el cristianismo es la religión mejor valorada en el país, por encima del budismo. Además otros datos arrojan que en 30 años la mitad de la población surcoreana profesará la religión católica.

Es interesante la historia la historia de Iglesia Católica en la antigua península de Corea, marcada por una larga persecución que llega hasta hoy.

Precisamente los fieles laicos comenzaron la historia de la Iglesia a finales de 1700, cuando un grupo de intelectuales intentó buscar una nueva vía para construir el país buscando nuevos valores. Solo por casualidad, encontraron un libro de un jesuita italiano, el Padre Mateo Ricci, titulado: "El verdadero significado del Señor del Cielo", una especia de catecismo escrito en chino.

El interés por los nuevos valores de la reforma social poco a poco se convirtieron en fe y los coreanos cristianos eligieron a uno de ellos para enviarlo a Pekín (China), para recibir el Bautismo. El primer bautizado de Corea fue Pedro Li, quien a su regreso bautizó a sus amigos, dando origen a la primera comunidad católica del país.

La Iglesia en Corea sobrevivió sin la ayuda directa de los misioneros jesuitas hasta la llegada del clero francés de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París -en el año 1836-. Pero los valores cristianos iban en contra de los intereses del grupo dominante de entonces, la dinastía de Joseon, y comenzaría una persecución que duraría por 100 años en la que murieron más de diez mil mártires, 103 de los cuales fueron canonizados por el Beato Juan Pablo II en 1984.

A finales de 1800 llegó la libertad religiosa a Corea, pero poco tiempo después llegó la invasión japonesa, en 1910 Corea fue anexionada a Japón, hasta que en 1945 con la Segunda Guerra Mundial, el país fue dividido en Norte y Sur, imponiéndose las dos ideologías dominantes: la Unión Soviética al Norte y la estadounidense al Sur.

Después llegó la guerra civil coreana, que terminó por definir todavía más la división en el país.

Según señala el experto del Vaticano, después del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica creció a un ritmo extraordinario, y si en 1960 medio millón de coreanos eran católicos -menos del 2 por ciento de la población-, hoy día los católicos llegan a cinco millones y medio, el 11 por ciento de la población.

Hong-Soon sostiene que las claves del crecimiento del cristianismo en el país son "la vida ejemplar de los religiosos y religiosas ha creado una atmosfera favorable al cristianismo en toda la sociedad coreana, en comunión con el Santo Padre, vista como una Iglesia de unidad".

"En Corea del Sur la Iglesia Católica se ha redoblado cada diez años. Esto proviene de las dos visitas pastorales de Juan Pablo II en Corea", añade.

La situación de la Iglesia Católica en Corea del Norte

La "Asociación Católica de Corea del Norte", creado por el gobierno comunista en junio de 1988 como un medio de control sobre la vida católica, administra la situación de la Iglesia Católica en el país, donde no se permite la existencia de ministros religiosos.

Según explicó Hong-Soon, en Corea del Norte no existe la Iglesia en su forma perfecta y real, sino que solo existen los fieles laicos y si estos "son verdaderos o no, si están manipulados por el gobierno o no, lo decidirá el Señor. Nosotros no sabemos y no podemos juzgar", dijo.

Antes de la división de Corea había sacerdotes y obispos y "estamos prácticamente seguros de que todos fueron martirizados. Por lo tanto no existe la Iglesia en Corea del Norte, y nos sentimos responsables de la evangelización en este país, pero ¿Cómo hacerlo?".

"La Iglesia Católica en Corea del Sur se dedica mucho a la oración por la reconciliación del país, no pedimos la unificación porque ¿qué sentido habría hacer la reunificación sin reconciliación?", concluyó Hong-Soon.

La situación de la Iglesia Católica en China

Por su parte China permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica China, subalterna del Partido Comunista de China, y rechaza la autoridad del Vaticano para nombrar obispos o gobernarlos. La Iglesia Católica fiel al Papa no es completamente clandestina; aunque es asediada constantemente.

Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.

En diciembre de 2010, el nombramiento de un obispo legítimamente ordenado como Presidente de la asociación, durante una asamblea que sacerdotes y obispos fieles a Roma debieron atender a la fuerza, ha generado un distanciamiento entre el Vaticano y China.