En eso, un grupo de mujeres jóvenes mayores que estaban apartadas de los juegos se le acercaron y con palabras más suplicantes le dijeron: "¡Como ve, estamos abandonadas!". De pronto apareció una noble señora de rostro resplandeciente como el sol que con insistencia le repitió a Don Bosco: "Cuida de ellas, ¡son mis hijas!".
De acuerdo al libro "El camino del instituto a lo largo de un siglo", de Sor Giselda Capetti, hija de María Auxiliadora, desde ese entonces Don Bosco empezó a cambiar su postura sobre el apostolado femenino y con el paso del tiempo fue expresando la idea de fundar una comunidad religiosa de mujeres.