Respecto a la libre expresión de la propia fe, el Pontífice advierte que “hay un síntoma preocupante de falta de paz en el mundo, que se manifiesta en las dificultades que tanto los cristianos como los seguidores de otras religiones encuentran a menudo para profesar pública y libremente sus propias convicciones religiosas. Hablando en particular de los cristianos, debo notar con dolor que a veces no sólo se ven impedidos, sino que en algunos Estados son incluso perseguidos, y recientemente se han debido constatar también trágicos episodios de feroz violencia”.
El Papa denuncia la existencia de regímenes “que imponen a todos una única religión, mientras que otros regímenes indiferentes alimentan no tanto una persecución violenta, sino un escarnio cultural sistemático respecto a las creencias religiosas. En todo caso, no se respeta un derecho humano fundamental, con graves repercusiones para la convivencia pacífica. Esto promueve necesariamente una mentalidad y una cultura negativa para la paz”.
“Un elemento de importancia primordial para la construcción de la paz es el reconocimiento de la igualdad esencial entre las personas humanas, que nace de su misma dignidad trascendente”, señala también el documento; que denuncia también “la insuficiente consideración de la condición femenina”, “la explotación de mujeres tratadas como objetos”; y urge a tener siempre presente “la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana”.
Comunidad internacional y conflictos