El médico abortista fue encontrado culpable de homicidio involuntario por la muerte de una paciente, que murió de una sobredosis en 2009. Los fiscales habían buscado una acusación por asesinato en tercer grado en su caso, diciendo que Gosnell dejó que su personal, sin entrenamiento ni licencia, diera a la mujer inmigrante butanesa una combinación letal de medicamentos.
El abortista también fue condenado por infanticidio en la muerte del Bebé A, y conspiración en las muertes de los bebés D y C.
Gosnell enfrentaba más de 250 acusaciones, incluyendo crimen organizado, conspiración y violaciones de las prohibiciones de abortos tardíos en Pensilvania. El médico estadounidense hizo frente además a más de 200 cargos de violar una ley estatal que requiere un período de espera de 24 horas para un aborto.
Los crudos testimonios en el juicio incluyeron informes de que Gosnell y su personal cortaron los cuellos de más de 100 bebés que sobrevivieron a abortos. Un médico en la clínica testificó que el procedimiento era "literalmente una decapitación".