El Santo Padre agradeció la generosidad de los laicos llamados a participar en oficios y funciones de la Iglesia, advirtiendo al mismo tiempo que es necesario recordar, por una parte, que su misión específica es "la animación cristiana de las realidades temporales en las que actúan por su propia iniciativa y de forma independiente, a la luz de la fe y la enseñanza de la Iglesia".
"Por tanto, es necesario salvaguardar la diferencia entre el sacerdocio común de todos los fieles y el sacerdocio ministerial de los que están ordenados para servir a la comunidad; una diferencia que es no sólo de grado sino de naturaleza. Por otra parte hay que tener plena fidelidad al depósito de la fe enseñada por el Magisterio auténtico y profesada por la Iglesia entera".
Benedicto XVI habló sobre una de las patrona de Francia, Santa Juana de Arco, de quien este año se celebra el sexto centenario del nacimiento y señaló que "uno de los aspectos más originales de su santidad es precisamente el vínculo entre experiencia mística y misión política", exhortando a los obispos a proponerla como "modelo de santidad laica al servicio del bien común".
Otra de las tareas del Obispo es "defender la unidad de la Iglesia, toda entera, en la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada, aunque en su seno se expresen legítimamente sensibilidades diferentes que merecen una igual solicitud pastoral".