Cada año, previo a la Misa del Domingo de Ramos, los fieles participan de la procesión y bendición de las palmas con las que se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Esta tradición se basa en los relatos evangélicos, como el San Juan, quien narra que “al enterarse la muchedumbre que había llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor y el Rey de Israel!’”.
Si bien en ese momento la toma de las palmas fue un acto espontáneo, en la actualidad para que los fieles las obtengan se requiere de un proceso que va desde la siembra y cosecha hasta, en varios casos, de la elaboración artística de los diferentes diseños que se venden fuera de las iglesias.