La Roma del nuevo año será mejor si no habrá personas que la miran "desde lejos", "en postales", que miran su vida solamente desde el balcón, sin involucrarse en tantos problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final… y desde el principio, lo queramos o no, son nuestros hermanos.
En esta perspectiva, la Iglesia de Roma se siente comprometida a dar su propia contribución a la vida y al futuro de la Ciudad, ¡pero es su deber! Se siente comprometida a animarla con la levadura del Evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.
Esta tarde concluimos el año del Señor 2013 agradeciendo y pidiendo perdón. Dos cosas juntas: agradecer y pedir perdón. Agradecemos por todos los beneficios que el Señor nos ha dispensado, y sobre todo por su paciencia y fidelidad, que se manifiestan en la sucesión de los tiempos, pero de modo particular en la plenitud del tiempo, cuando 'Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer', Gal 4, 4.
Que la Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestro peregrinaje terrenal, nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada año, cada mes, cada día esté colmado de su eterno Amor. Así sea.