Sor Antonietta también resumió al Santo Padre la labor que realizan: "Solo en este año hemos asistido a 380 niños con unas 3.200 visitas, junto a sus familias, con servicios de pediatría, ginecología, ecografía, oculista, alergología, dermatología, psicología, cardiología, ortopedia, logopedia, cirugía, y otras especialidades".
"Hace más de 2.000 años, el Hijo de Dios nacía entre la indiferencia de los demás. Y todavía hoy, el que se encuentra en la necesidad se ve a menudo tratado con indiferencia e incluso como una molestia. Nosotros buscamos mirar a los ojos de quien viene a pedir ayuda, tocamos sin miedo las heridas de nuestros hermanos, dirigimos la debida ternura hacia la dignidad de cada ser humano".
Después, el Papa saludó a todos ellos: "La alegría de los niños es un tesoro. Debemos hacer lo que sea para que ellos se sientan siempre alegres, porque la alegría es como una tierra buena que hace crecer bien la vida, con buenos frutos. Y por eso se hace esta fiesta: se busca siempre la cercanía de la Navidad para encontrarnos, para hacer esta fiesta para ellos".
Dirigiéndose a los voluntarios del Dispensario y las familias de los niños, dijo Francisco: "Escuchad bien. Primero: custodiad la alegría de los niños. No entristezcáis nunca a los niños. Cuando los niños ven que hay problemas en casa, que los padres discuten, sufren". "Deben crecer siempre con alegría", añadió.