La confusa guerra civil que aflige a la población siria desde hace varios años no evitó que cientos de jóvenes cristianos celebraran un encuentro espiritual en su tierra para estar en comunión con los millones de católicos que participaron en la reciente Jornada Mundial de la Juventud.

El pasado 28 de julio también 850 cristianos de la ciudad de Alepo se unieron para celebrar un día de oración en comunión con los peregrinos que desde Copacabana junto al Papa Francisco participaron en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Río 2013.

Según informó la agencia vaticana Fides, los jóvenes pertenecían a todas las comunidades cristianas del país y el encuentro sirvió "para ayudarse a mantener juntos la esperanza, aun en el sufrimiento y el esfuerzo que supone su condición diaria".

El encuentro se realizó pese a la guerra civil sin ninguna medida de protección o de auto-defensa organizada, en el Centro de la Juventud George y Matilde Salem. Fue animado por los Padres Salesianos en el distrito de al-Sabeel, donde compartieron una jornada de reflexión, oración, discusión y entretenimiento. "Y gracias a Dios, todo salió bien", explicó a Fides el Obispo armenio-católico Boutros Marayati después de participar del encuentro.

"Me quedé sorprendido al ver a tantos jóvenes sin miedo, en una ciudad marcada por la guerra. Todos daban testimonio de una paz interior que es un regalo del Señor. En muchos de ellos la prolongada crisis y el sufrimiento visto de cerca durante mucho tiempo han provocado una mirada más lucida y profundo sobre lo que puede salvar y redimir sus vidas, en todas las condiciones".

"Se ha reforzado la percepción de la ternura de Jesús por cada uno de ellos, y muchos empiezan a pensar en consagrarse al Señor en la oración y en el servicio de los demás. Hemos hecho tesoro de las palabras que el Papa Francisco ha dicho en los primeros días de la Jornada Mundial de la Juventud, con su llamada a no dejarse robar la esperanza", añadió el prelado.

Destacó que los jóvenes en Alepo vivieron un verdadero "milagro de paz interior", y describió un ambiente relajado, donde los jóvenes no parecían angustiados al sentirse en estado de asedio o el tener que temer el futuro como cristianos.

Cuatro obispos católicos participaron el evento, celebrando la Misa y dividiendo las tareas en los distintos momentos de reflexión y oración, y la convivencia culminó con la consagración de los jóvenes de Siria al Inmaculado Corazón de María.