Los novios cristianos están llamados a testimoniar un amor así, que tenga la valentía de pasar de las lógicas del enamoramiento a las del amor maduro. Esta es una elección exigente, que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortificar el amor para que sea duradero frente a las pruebas del tiempo.
El amor de una pareja va hacia adelante en la vida y madura cada día. El amor del noviazgo, permítanme la palabra, es un poco romántico, ustedes lo han vivido, pero después comienza el amor maduro, de todos los días, de los niños que llegan, y a veces ese romanticismo desaparece, ¿no hay amor? Si, pero amor maduro. Pero padre, a veces peleamos, eso sucede desde el tiempo de Adán y Eva hasta hoy, que los esposos pelean, es el pan nuestro de cada día, pero ¿no se debe pelear? Si, se debe, no digo que se debe, pero se puede. Pero padre a veces alzamos la voz… sucede, y también a veces 'vuelan los platos', sucede. ¿Pero cómo hacer para que esto no dañe la vida del matrimonio? Escuchen bien: no terminen nunca el día sin hacer las paces. Peleamos, yo te dije malas palabras, pero, ahora termina el día, tenemos que hacer la paz. ¿Saben por qué? porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa, no permiten que el día siguiente inicie con la guerra, por eso hacer la paz antes de ir a cama. Pero padre, yo no sé cómo hacer para hacer la paz después de una situación fea que hemos vivido, muy fácil, haz así… y ya se hizo la paz. Recuerden siempre: nunca terminen el día sin hacer la paz. Eso les ayudará en la vida matrimonial y a todos los casados que están aquí.
Este pasar del enamoramiento al amor maduro es una elección exigente, pero debemos ir por ese camino. Y también esta vez concluimos con una oración a San José.
San José,
tú que has amado a María con libertad,
y has elegido renunciar a tu imaginario para hacer espacio a la realidad, ayuda a cada uno de nosotros a dejarnos sorprender por Dios
y a acoger la vida no como un imprevisto del que defendernos,
sino como un misterio que esconde el secreto de la verdadera alegría. Obtén para todos los novios cristianos la alegría y la radicalidad,
pero conservando siempre la conciencia
de que solo la misericordia y el perdón hacen posible el amor. Amén.