En el año 2004, en pleno debate de la frustrada Constitución de la Unión Europea, San Juan Pablo II hizo un llamado a los europeos a que no pierdan sus raíces cristianas.
Hoy esas palabras resultan proféticas, y así lo afirmó el Cardenal Berhaneyesus Demerew Souraphiel, padre sinodal, Presidente de la Conferencia Episcopal de África Oriental y Arzobispo Metropolita de Addis Abeba (Etiopía), quien aseguró que Europa tiene una actitud con los refugiados y migrantes alejada del cristianismo.
Si bien explicó que este rechazo a los migrantes no es un problema exclusivo de Europa, pues dijo que los migrantes venezolanos que huyen de la grave crisis de su país han encontrado rechazo en los países de su entorno, señaló que el caso europeo es especialmente emblemático por lo que supone Europa para la cristiandad.