El Arzobispo de Mérida (Venezuela), Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, señaló que la Cuaresma de 2014 comenzó en medio de una profunda ruptura en la sociedad venezolana, por lo que exhortó a recorrer el "camino espinoso y arduo" pero necesario de la paz, el diálogo y la reconciliación.

Las protestas en Venezuela, que debido a la violenta represión ordenada por el gobierno han cobrado ya 20 muertos, comenzaron a inicios de febrero de este año, debido al descontento ciudadano por vulneración a los derechos civiles, la escasez de productos básicos, la imparable criminalidad y la presunta injerencia de Cuba en la política del país.

El 26 de febrero, el Papa Francisco expresó su pedido de paz y concordia para Venezuela.

A pesar de la tensión que se vive en el país, el presidente de Venezuela, Nicolás de Maduro, convocó a fines de febrero a la celebración de los carnavales.

Mons. Baltazar Porras indicó en un artículo difundido el 6 de marzo que "comienza la cuaresma del 2014 bajo el signo de una ruptura profunda en la sociedad venezolana. Estamos viviendo acontecimientos que ponen de manifiesto una polarización que no es sana".

"Para unos, los carnavales fueron lo de siempre, una fiesta sin mayores contratiempos. Para otros, fueron días de marchas, de reclamos y de ansias de cambio".

El Prelado subrayó que "lo que debe estar claro es que no podemos apostar a que una parte aplaste a la otra. Todos podemos y debemos sentirnos parte de la única Venezuela que nos toca construir a todos, con tesón, con audacia, pero con respeto y reconocimiento del otro".

"Sólo así habrá posibilidad de diálogo, de reconciliación y de perdón", aseguró.

Mons. Porras señaló que la ceniza que reciben los fieles católicos en la frente en Miércoles de Ceniza "nos recuerda que somos polvo, perecederos. Nuestra condición de seres finitos nos debe llevar a reconocer que estamos de paso, que tenemos la obligación de ser constructores de un mundo, de una sociedad, que no es sólo para nosotros".

"Los demás, los de ahora y los que vendrán, también cuentan. Más aún, son la medida de nuestros deseos y acciones".

Para ello, destacó, es necesario "aceptar que la invitación de la cuaresma a convertirnos, no es otra que la de revisar, corregir, asumir todo aquello que nos lleve a ser hermanos, no enemigos; adversarios, es decir, diferentes, pero complementarios".

"Creer en el evangelio, es poner nuestra mirada en Jesús. Su vida, su doctrina, su pasión y muerte, pero sobre su resurrección son el sendero que también debemos transitar".

El Arzobispo de Mérida señaló que "en nuestra condición de creyentes, no podemos eludir la responsabilidad de hacer presente en el mundo el reino de Dios".

"¿Cómo hablar de paz, de diálogo, de reconciliación, en una sociedad polarizada? Más aún, cómo pedir atemperar los espíritus si tienen en sí, el virus del odio y la destrucción. Es un camino espinoso y arduo, pero necesario".

El Prelado indicó que en este camino pueden ayudar "los criterios que el Papa Francisco nos señala para construir la paz social: la unidad prevalece sobre el conflicto: hay que asumir el conflicto no ignorarlo, pero hay que aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso".

"En segundo lugar, la realidad es más importante que la idea: lo más importante no es el proceso, ni la revolución, ni el no volverán; lo más importante es el ser humano que está detrás, mejor dentro, que nos hace construir sobre roca y no sobre arena, para que todos los venezolanos vivamos mejor".

En tercer lugar, dijo, "el todo es superior a la parte: hay que procurar recoger lo mejor de cada uno, pues aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse".

"El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. No es la esfera el modelo, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros".

Y por último, indicó Mons. Porras, "el tiempo es superior al espacio: es la invitación a asumir la tensión entre la plenitud y el límite".

"Hay que aprender a trabajar a largo plazo sin obsesionarnos por resultados inmediatos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad", concluyó.