21 de marzo de 2010 / 08:58 AM
Al presidir este mediodía el Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI explicó que la Misericordia de Dios es expresión de su inmenso amor, no condena al pecador, a ningún hombre o mujer, sino que exige retomar constantemente el camino de la conversión a Él usando como herramienta especialísima el Sacramento de la Reconciliación.
En el quinto domingo de Cuaresma, el Santo Padre reflexiona sobre el pasaje bíblico de la mujer que es encontrada en adulterio y llevada luego ante Jesús por parte de los fariseos, para "ponerlo a prueba".
"Los acusadores hipócritas fingen confiarle el juicio, cuando en realidad es a Él mismo a quien quieren acusar y juzgar. Jesús, por su parte, está ‘lleno de gracia y verdad’. Él sabe lo que hay en el corazón de cada hombre, quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador, desenmascarar la hipocresía", explica el Pontífice.