Chilenos no deben olvidar a Dios ni raíces cristianas del país, destaca Obispo

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El Obispo de San Bernardo, Mons. Juan Ignacio González Errázuriz, destacó que para construir un futuro mejor, los chilenos no deben olvidar sus raíces cristianas. Asimismo, precisó, para transformar la sociedad deben primero cambiar sus corazones teniendo a Dios en el centro de sus vidas.

En su homilía por la Misa de Acción de Gracias y Te Deum por el aniversario de la independencia de Chile, celebrada en la Catedral de San Bernardo, Mons. González explicó que el hilo conductor de la historia de este país en el que se basa "su historia, sus instituciones y sus gentes" es un importante legado de "la fe cristiana".

"Es evidente que entre los desafíos más serios que enfrente Chile al llegar al Bicentenario está el intento de algunos de aminorar y en ciertos casos hacer desaparecer la fe cristiana de nuestra nación, una de cuyas manifestaciones más fuertes es el relativismo como fundamento de la organización de la sociedad", advirtió.

Asimismo, el Prelado alertó del empeño de algunos de intentar "transformar la fe cristiana en un hecho privado sin consecuencias en la vida pública, en las manifestaciones de la sociabilidad, en las leyes o en la enseñanza".

El Obispo de San Bernardo subrayó luego que es derecho de los chilenos que "quienes nos conducen conozcan, respeten y desarrollen este legado" cristiano. "Todo intento de reescribir la historia de una nación olvidando sus fundamentos lleva al enfrentamiento, porque como nos decía el Papa 'quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de realidad y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas'", añadió.

Mons. Gonzáles afirmó luego que para lograr cambios que conduzcan a la mejora de la sociedad chilena, es imprescindible "la conversión del corazón. Es necesario que nuestra patria y nosotros los chilenos aprendamos a escuchar la Palabra de Dios, a meditarla y a vivirla, en una verdadera cultura del respeto y de la convivencia".

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El Obispo dijo luego que la raíz de los males de Chile está en "la sistemática ausencia de la enseñanza de Dios y de su presencia en nuestra vida. En esto todos tenemos responsabilidad, pero la tiene en mayor medida quienes conducen la nación y nuestras comunidades en sus diversas instancias. Hemos dejado al Dios de la Palabra para construirnos nuestro dioses a la medida y ello se expresa en la exclusión de unos hacia otros, en las confianzas puestas en lo material, en la transformación del servicio público en una forma de ejercicio del poder y no en una de las mas elevadas formas de servicio a Dios y al prójimo".

"Por eso, en esta fecha tan significativa, al pensar nuestra propia historia, debemos volver a los fundamentos de una autentica convivencia entre los hombres y mujeres hijos de nuestra nación y ese fundamento no es otro que la centralidad de Dios en nuestra vida personal y, como consecuencia ineludible, el la realización de todas aquellas políticas que quieren servir verdaderamente al hombre, teniendo como fundamento esa fe y creencia", añadió.

Finalmente, el Prelado chileno manifestó que "todos estos males tiene solución cuando los miramos desde la perspectiva de Dios y con su ayuda salimos a ponerles remedio, porque solo cuando descubrimos que aquellos que sufren son, al igual que nosotros, hijos de Dios, los consideramos entonces nuestros iguales y podemos vivir para ellos".

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