11 de junio de 2008 / 09:51 AM
El Papa Benedicto XVI dedicó la Audiencia General de este miércoles a San Columbano, un monje irlandés del siglo VI que nutrió las raíces cristianas de Europa al evangelizarla y que con su esfuerzo y labor apostólica muestra que es a partir de ellas que debe renacer el Viejo Continente.
Este santo nació en el año 543, en la provincia de Leinster, al sudeste de Irlanda, ingresó a los 20 años al monasterio de Bangor. A los 50 años dejó la isla con 12 compañeros para iniciar "una obra misionera en el continente europeo, donde a causa de la emigración de pueblos venidos del Norte y del Este, amplias zonas cristianizadas habían vuelto al paganismo", destacó el Santo Padre.
El Pontífice explicó que su labor dio mucho fruto en nuevas vocaciones para lo cual fue necesario fundar otro monasterio en Luxeuil, en donde el Santo escribió la "Regula monachorum" que describe la imagen ideal del monje; y en donde "introdujo en el continente la confesión privada y la penitencia, que debía ser proporcional a la gravedad del pecado cometido".