Soberanía de la Verdad tiene el derecho de ser escuchada por el Estado, dice Benedicto XVI

Ante más de quince mil fieles reunidos en la Sala Pablo VI del Vaticano para la tradicional Audiencia General de los miércoles, el Papa Benedicto XVI señaló que la soberanía de la Verdad de la Iglesia tiene “el derecho de ser escuchada” por el Estado.

Al hablar del Papa San Clemente, tercer sucesor de San Pedro, para explicar qué es la Iglesia, el Pontífice indicó que "rezando por las autoridades Clemente no solo reconoce la legítima autoridad de las instituciones políticas en el orden establecido por Dios, sino que también manifiesta su preocupación para que las autoridades ejerzan el poder con paz y mansedumbre. César no es todo. Hay otra soberanía, cuyo origen y esencia no son de este mundo (...) la de la verdad, que ante el Estado tiene el derecho de ser escuchada".

Profundizando sobre la figura de San Clemente como Papa, el Santo Padre hizo saber que “la autoridad y prestigio de este Obispo de Roma eran tales que le fueron atribuidos diversos escritos” y entre estos una carta que “constituye un primer ejercicio del Primado romano tras la muerte de San Pedro”.

En esta, San Clemente recuerda que “el Señor nos previene y dona el perdón, nos dona su amor, la gracia de ser cristianos, sus hermanos y hermanas”.

“Es un anuncio que llena de gozo nuestra vida y da seguridad a nuestro actuar: el Señor nos previene siempre con su bondad y la bondad del Señor es siempre más grande que todos nuestros pecados”, continuó el Pontífice.

Asimismo San Clemente reflexiona sobre su ideal de Iglesia “reunida por el único Espíritu de gracia efuso sobre nosotros, que se manifiesta en los diversos miembros del cuerpo de Cristo, en el cual, todos, unidos sin separación alguna, son miembros los unos de los otros”.

También existe en la carta una neta distinción entre el laico y la jerarquía, que ciertamente “no significa para nada una contraposición, sino solamente una conexión orgánica de un cuerpo, de un organismo, con las diversas funciones”.

“La Iglesia –prosiguió– no es lugar de confusión ni de anarquía: cada uno en este organismo, con una estructura articulada, ejercita su ministerio según la vocación recibida”.

Seguidamente el Papa leyó un resumen de su catequesis en varias lenguas, entonó el Pater Noster e impartió su Bendición Apostólica.