Sábado 27 de enero

Evangelio según San Marcos, capítulo 4, versículo del 35 al 40


Jesús calma la tempestad

35 Y les dijo en aquel día, llegada la tarde: "Pasemos a la otra orilla". 36 Entonces ellos, dejando a la multitud, lo tomaron consigo tal como estaba en la barca; y otras barcas lo acompañaban. 37 Ahora bien, sobrevino una gran borrasca, y las olas se lanzaron sobre la barca, hasta el punto de que ella estaba ya por llenarse. 38 Más Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" 39 Entonces El se levantó, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, sosiégate!" Y se apaciguó el viento y fue hecha gran bonanza. 40 Después les dijo: "¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?" 41Y ellos temían con un miedo grande, y se decían unos a otros: "¿Quién es, entonces, Este, que aun el viento y el mar le obedecen?".

Comentario

40. Véase Mat. 8, 23 ss.; Luc. 8, 22 ss. La barca abandonada a las olas es una imagen de la Iglesia, que sin cesar tiene que luchar contra toda clase de tormentas; más Cristo está en la barca para conducirla a través del "tiempo de nuestra peregrinación" (I Pedr. 1, 17) "en este siglo malo" (Gál. 1, 4). Tengamos, pues, confianza.

41. ¿Quién es entonces?: Vemos por esta expresión la incertidumbre en que aun estaban estos discípulos respecto de Jesús, no obstante la admirable confesión de Natanael en Juan 1, 49: Natanael le dijo: "Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel".

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios