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Lunes 24 de enero

Evangelio según San Marcos, capítulo 3, versículos del 22 al 30


22 Pero los escribas, venido de Jerusalén, decían: "Tiene a Beelzebul y por el jefe de los demonios expulsa a los demonios". 23 Mas Él los llamó y les dijo en parábolas: "¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Y si dentro de un reino hay divisiones, ese reino no puede sostenerse. 25 Y si hay divisiones dentro de una casa, esa casa no podrá subsistir. 26 Si, pues, Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede subsistir, y llegó su fin. 27 Porque nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y quitarle sus bienes, si primero no ata al fuerte; y sólo entonces sí saqueará su casa. 28 En verdad, os digo, todos los pecados serán perdonados a los hombres, y cuantas blasfemias dijeren;

29 pero quien blasfemare contra el Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón y es reo de eterno pecado" 30 Porque decían: "Tiene espíritu inmundo".

Comentario

22. Sobre Beelzebul léase San Mateo 10, 25 y nota: "Basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo ser como su amo. Si al dueño de casa llamaron Beelzebul, ¿cuánto más a los de su casa? Beelzebul (Dios de las moscas) es un nombre despectivo que los judíos daban a Satanás o a alguno de los príncipes de los demonios.
Este fue el pecado que cometieron los jefes de la nación judía: el atribuir a Satanás lo que era obra del Espíritu Santo. Jesús hace ostentación de mansedumbre al detenerse a demostrar lo absurdo de tan blasfemas aseveraciones. Cf. Mat. 12, 24 - 28; Luc. 11, 15 - 20; Cf. Juan 10, 20; 16, 9.

29. La blasfemia contra el Espíritu Santo se caracteriza por la malicia y endurecimiento del pecador. De ahí la imposibilidad de que sea perdonada. La misericordia no puede concederse al que no quiere aceptarla.