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Sábado 15 de enero

Evangelio según San Marcos, capítulo 2, versículos del 13 al 17


Vocación de Mateo

13 Salió otra vez a la orilla del mar, y todo el pueblo venía a Él, y les enseñaba. 14 Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Y, levantándose, lo siguió. 15 Y sucedió que cuando Jesús estaba sentado a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores se hallaban también (allí) con Él y sus discípulos, porque eran numerosos los que lo habían seguido. 16 Los escribas de entre los fariseos, empero, viendo que comía con los pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos: "¿Por qué come con los publicanos y los pecadores?" 17 Mas Jesús, oyéndolos, les dijo: "No necesitan de médico los sanos, sino los que están enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores".

Comentario

13. El Mar de Galilea, o lago de Genesaret o de Tiberíades.

14. Leví, esto es, Mateo (Mat. 9, 9; Luc. 5, 29), nos da un ejemplo de la eficacia de la vocación. Una sola palabra de la boca del Señor, una sola mirada basta para convertirlo de un publicano en un fervoroso apóstol. Su vocación es consecuencia de la elección (Juan 15, 16; Rom. 8, 29 ss.). "Dios nos previene para llamarnos, y nos acompaña para glorificarnos" (San Agustín).

17. Es una de las muchas verdades con aspecto de paradoja en boca de Jesús que nos descubre el fondo de su Corazón misericordioso y encierra una divina regla pastoral: buscar a la oveja perdida (Luc. 15, 1 ss.). El que se cree sano y justo no puede aprovechar la Redención de Cristo. Confrontado en San Lucas 7, 23 y nota: "Y ¡bienaventurado el que no se escandalizare de Mí!". Aquí el Evangelio nos señala que Parecería irónico decir esto de la santidad infinita. Pero es El mismo quien se anuncia como piedra de escándalo. Y es que El, al revelar que el omnipotente Creador es un padre lleno de sencillez y de bondad como El mismo, dejaba, por ese solo hecho, tremendamente condenada y confundida la soberbia de cuantos se creían sabios o virtuosos (Juan 7, 7). De ahí que fueran éstos, y no el común de los pecadores, quienes lo persiguieron hasta hacerlo morir. Jesús es signo de contradicción (2, 34) y todo su Evangelio es una constante ostentación de ella.

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios