La liturgia es el culto público, es decir: las acciones
sagradas que por institución de Cristo o de la Iglesia,
y en su nombre, se realizan siguiendo los libros litúrgicos
oficiales.
Evidentemente reflejan de modo
auténtico el sentir y la fe de la Iglesia. En la liturgia
se verifica especialmente la potestad de magisterio. Cuando el
magisterio propone a los fieles cómo han de dar culto a
Dios, tiene una particular asistencia del Espíritu Santo
para no equivocarse y ofrecer un camino cierto y seguro de santificación,
ya que se trata de la más importante finalidad de la Iglesia.
Donde principalmente se enseña
a los fieles la doctrina y la vida cristiana, es en la Misa. Pues
bien, el culto público al Sagrado Corazón, fue
canonizado en 1765 por Clemente XIII, al introducir su fiesta
litúrgica, con Misa y oficios propios.
Esta enseñanza, mediante
la liturgia, la imparte la Iglesia con frases suyas o con frases
tomadas de la Es-critura (bien en su sentido propio, bien en un
sentido acomodado). En las recientes modificaciones introducidas
con nuevas lecturas y el evangelio en la nueva misa del Sagrado
Corazón, el tema bíblico dominante es el del amor
de Cristo que se presenta como Buen Pastor.
La importancia que la Iglesia
concede actualmente al Sagrado Corazón, está subrayada
por la categoría de su fiesta, solemnidad de primera clase,
de las cuales sólo hay 14 al año en el calendario
universal.
Además, la fiesta de
Cristo Rey, también solemnidad de primera clase, está
estrechamente unida a la espiritualidad del Sagrado Corazón.
Pío XI declaró al instituirla que precisamente a
Cristo se le reconoce como Rey, por familias, ciudades y naciones,
mediante la consagración a su Corazón. Y determinó
que en dicha fiesta se renovase todos los años la consagración
del mundo al Corazón de Cristo.
Toda esta actitud litúrgica
de la Iglesia tiene la finalidad de estimular nuestra práctica
cristiana poniendo especial interés en celebrar su fiesta:
comulgando, asimilando sus enseñanzas, utilizando las oraciones
litúrgicas, la consagración, etc. Como decía
Pío XI en la encíclica Quas primas: "las celebraciones
anuales de la liturgia tienen una eficacia mayor que los solemnes
documentos del magisterio para formar al pueblo en las cosas de
la fe."