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No hay realización personal-profesional sin reconocimiento a la trascendencia de la PERSONA

Por: Ricardo Fco. Padilla Castillo, Mater Unitatis/Consejo Latinoamericano de Calidad Humana y Responsabilidad Social.

Podríamos decir que es común conocer a empresarios presuntamente exitosos, económicamente hablando, que no pueden jactarse de estar o sentirse plenamente realizados. Es también frecuente que algunos de ellos piensen que atendiendo las necesidades materiales de sus empleados, cumplen con lo necesario para su desarrollo humano, y por ende, se conviertan en personas mas felices y productivas. ¿Por qué entonces la realidad es otra?

“El hombre tiene dos características diversas: es un ser material, vinculado a este mundo mediante su cuerpo, y un ser espiritual, abierto a la trascendencia y al descubrimiento de «una verdad más profunda » […]243 La Iglesia afirma: «La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la “forma” del cuerpo, es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente […] ».244”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, num. 129.

“A la persona humana pertenece la apertura a la trascendencia: el hombre está abierto al infinito y a todos los seres creados. Está abierto sobre todo al infinito, es decir a Dios, porque con su inteligencia y su voluntad se eleva por encima de todo lo creado y de sí mismo, se hace independiente de las criaturas, es libre frente a todas las cosas creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absolutos. Está abierto también hacia el otro, a los demás hombres y al mundo, porque sólo en cuanto se comprende en referencia a un tú puede decir yo. Sale de sí, de la conservación egoísta de la propia vida, para entrar en una relación de diálogo y de comunión con el otro.

La persona está abierta a la totalidad del ser, al horizonte ilimitado del ser. Tiene en sí la capacidad de trascender los objetos particulares que conoce, gracias a su apertura al ser sin fronteras […] ».245”, Ibid 130.

Por lo anterior, es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la conciencia del primado de cada ser humano como sujeto activo y responsable del propio proceso de crecimiento, junto con la comunidad de la que forma parte (Cfr. 133, Ibid).

Así, los auténticos cambios sociales y de la empresa, son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un cambio decidido en favor de la persona en su integralidad, que es lo que fundamenta en buena medida la responsabilidad social empresarial centrada en la persona (valga la redundancia). Sólo el éste reconocimiento propio de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todos (cf. St 2,19).

 
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