San José de Leonessa, Capuchino, Presbítero (Memoria)

febrero 4, 2013

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Isaías 52:7-10

    7¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» 8¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno de Yahveh a Sión. 9Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. 10Ha desnudado Yahveh su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de nuestro Dios.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 126:1-5

    1Canción de las subidas. Cuando Yahveh hizo volver a los cautivos de Sión, como soñando nos quedamos; 2entonces se llenó de risa nuestra boca y nuestros labios de gritos de alegría. Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho Yahveh con éstos! 3¡Sí, grandes cosas hizo con nosotros Yahveh, el gozo nos colmaba! 4¡Haz volver, Yahveh, a nuestros cautivos como torrentes en el Négueb! 5Los que siembran con lágrimas cosechan entre cánticos.

  • Evangelio

    Mateo 10:16-25

    16«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. 17Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; 18y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. 19Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. 20Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. 21«Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. 22Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. 23«Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre. 24«No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. 25Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!