San Alfonso Ligorio, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)

agosto 1, 2014

Color: Blanco

Lecturas diarias:

Primera Opción

  • Primera Lectura

    Jeremías 26:1-9

    1Al principio del reinado de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías esta palabra de Yahveh: 2Así dice Yahveh: Párate en el patio de la Casa de Yahveh y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de Yahveh, todas las palabras que yo te he mandado hablarles, sin omitir ninguna. 3Puede que oigan y se torne cada cual de su mal camino, y yo me arrepentiría del mal que estoy pensando hacerles por la maldad de sus obras. 4Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si no me oís para andar según mi Ley que os propuse, 5oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío asiduamente (pero no habéis hecho caso), 6entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad entregaré a la maldición de todas las gentes de la tierra.» 7Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de Yahveh, 8y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir! 9¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: "Como Silo quedará esta Casa, y esta ciudad será arrasada, sin quedar habitante"?» Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yahveh.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 69:5, 8-10, 14

    5Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me odian; más duros que mis huesos los que me hostigan sin razón. (¿Lo que yo no he robado tengo que devolver?) 8Pues por ti sufro el insulto, y la vergüenza cubre mi semblante; 9para mis hermanos soy un extranjero, un desconocido para los hijos de mi madre; 10pues me devora el celo de tu casa, y caen sobre mí los insultos de los que te insultan. 14Mas mi oración hacia ti, Yahveh, en el tiempo propicio: por tu gran amor, oh Dios, respóndeme, por la verdad de tu salvación.

  • Evangelio

    Mateo 13:54-58

    54Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? 55¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? 56Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?» 57Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.» 58Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

Segunda Opción

  • Primera Lectura

    Romanos 8:1-4

    1Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. 2Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. 3Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, 4a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:9-14

    9¿Cómo el joven guardará puro su camino? Observando tu palabra. 10De todo corazón ando buscándote, no me desvíes de tus mandamientos. 11Dentro del corazón he guardado tu promesa, para no pecar contra ti. 12Bendito tú, Yahveh, enséñame tus preceptos. 13Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. 14En el camino de tus dictámenes me recreo más que en toda riqueza.

  • Evangelio

    Mateo 5:13-19

    13«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. 14«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. 16Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 17«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.