XIX Domingo Ordinario

agosto 11, 2019

Color: Verde

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Sabiduría 18:6-9

    6Aquella noche fue previamente conocida por nuestros padres, para que se confortasen al reconocer firmes los juramentos en que creyeron. 7Tu pueblo esperaba a la vez la salvación de los justos y la destrucción de sus enemigos. 8Y, en efecto, con el castigo mismo de nuestros adversarios, nos colmaste de gloria llamándonos a ti. 9Los santos hijos de los buenos ofrecieron sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina: que los santos correrían en común las mismas aventuras y riesgos; y, previamente, cantaron ya los himnos de los Padres.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 33:1, 12, 18-22

    1¡Gritad de júbilo, justos, por Yahveh!, de los rectos es propia la alabanza; 12¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se escogió por heredad! 18Los ojos de Yahveh están sobre quienes le temen, sobre los que esperan en su amor, 19para librar su alma de la muerte, y sostener su vida en la penuria. 20Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo; 21en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos. 22Sea tu amor, Yahveh, sobre nosotros, como está en ti nuestra esperanza.

  • Segunda Lectura

    Hebreos 11:1-2, 8-19

    1La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. 2Por ella fueron alabados nuestros mayores. 8Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe, peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas. 10Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe, también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada, vigor para ser madre, pues tuvo como digno de fe al que se lo prometía. 12Por lo cual también de uno solo y ya gastado nacieron hijos, numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar. 13En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las promesas: viéndolas y saludándolas desde lejos y confesándose extraños y forasteros sobre la tierra. 14Los que tal dicen, claramente dan a entender que van en busca de una patria; 15pues si hubiesen pensado en la tierra de la que habían salido, habrían tenido ocasión de retornar a ella. 16Más bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad... 17Por la fe, Abraham, sometido a la prueba, presentó a Isaac como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su unigénito , 18respecto del cual se le había dicho: Por Isaac tendrás descendencia. 19Pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos. Por eso lo recobró para que Isaac fuera también figura.

    OR

    Hebreos 11:1-2, 8-12

    1La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. 2Por ella fueron alabados nuestros mayores. 8Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe, peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas. 10Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe, también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada, vigor para ser madre, pues tuvo como digno de fe al que se lo prometía. 12Por lo cual también de uno solo y ya gastado nacieron hijos, numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar.

  • Evangelio

    Lucas 12:32-48

    32«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. 33«Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; 34porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. 35«Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, 36y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. 37Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. 38Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! 39Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. 40También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.» 41Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» 42Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? 43Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. 44De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. 45Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, 46vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. 47«Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

    OR

    Lucas 12:35-40

    35«Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, 36y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. 37Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. 38Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! 39Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. 40También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.»