San Ignacio de Laconi, Religioso (Memoria)

mayo 11, 2019

Color: Blanco

Lecturas diarias:

Primera Opción

  • Primera Lectura

    Hechos 9:31-42

    31Las Iglesias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se edificaban y progresaban en el temor del Señor y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo. 32Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida. 33Encontró allí a un hombre llamado Eneas, tendido en una camilla desde hacía ocho años, pues estaba paralítico. 34Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura; levántate y arregla tu lecho.» Y al instante se levantó. 35Todos los habitantes de Lida y Sarón le vieron, y se convirtieron al Señor. 36Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Dorcás. Era rica en buenas obras y en limosnas que hacía. 37Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la estancia superior. 38Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres con este ruego: «No tardes en venir a nosotros.» 39Pedro partió inmediatamente con ellos. Así que llegó le hicieron subir a la estancia superior y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Dorcás hacía mientras estuvo con ellas. 40Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo: «Tabitá, levántate.» Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó. 41Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva. 42Esto se supo por todo Joppe y muchos creyeron en el Señor.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 116:12-17

    12¿Cómo a Yahveh podré pagar todo el bien que me ha hecho? 13La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahveh. 14Cumpliré mis votos a Yahveh, ¡sí, en presencia de todo su pueblo! 15Mucho cuesta a los ojos de Yahveh la muerte de los que le aman. 16¡Ah, Yahveh, yo soy tu siervo, tu siervo, el hijo de tu esclava, tú has soltado mis cadenas! 17Sacrificio te ofreceré de acción de gracias, e invocaré el nombre de Yahveh.

  • Evangelio

    Juan 6:60-69

    60Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» 61Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? 62¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... 63«El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. 64«Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» 68Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»

Segunda Opción

  • Primera Lectura

    I Corintios 1:26-31; 2:1-2

    1 26¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. 27Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. 28Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. 29Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. 30De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención, 31a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor. 2 1Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, 2pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 112:1-7, 9

    1¡Aleluya! ¡Dichoso el hombre que teme a Yahveh, que en sus mandamientos mucho se complace! 2Fuerte será en la tierra su estirpe, bendita la raza de los hombres rectos. 3Hacienda y riquezas en su casa, su justicia por siempre permanece. 4En las tinieblas brilla, como luz de los rectos, tierno, clemente y justo. 5Feliz el hombre que se apiada y presta, y arregla rectamente sus asuntos. 6No, no será conmovido jamás, en memoria eterna permanece el justo; 7no tiene que temer noticias malas, firme es su corazón, en Yahveh confiado. 9Con largueza da a los pobres; su justicia por siempre permanece, su frente se levanta con honor.

  • Evangelio

    Mateo 18:1-5

    1En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?» 2El llamó a un niño, le puso en medio de ellos 3y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. 4Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. 5«Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.