"Hola Juan, es Jesús"
Un relato sobre la amistad con Jesús por medio de la oración

Todos los días al medio día, un pobre anciano entraba en la iglesia del pueblo y pocos minutos después salía de ella. Un día el sacerdote del lugar le preguntó que era lo que venía a hacer -pues había muchos objetos de valor en la parroquia, y temía por su desaparición-.

- "Vengo a rezar", respondió el anciano.

- Pero es muy raro, le dijo el sacerdote, que usted consiga rezar tan rápido.

- Bueno respondió el anciano, yo no sé recitar aquellas oraciones largas, pero todos los días al medio día, entro en la iglesia y solamente digo: "Hola Jesús, es Juan". En un minuto ya estoy de salida. Es solamente una pequeña oración, pero tengo la plena seguridad de que Él me escucha.

Algunos días después, Juan sufrió un accidente y fue internado en el hospital. En la habitación de la enfermería, Juan ejerció una poderosa influencia sobre todos los enfermos y el personal médico. Los enfermos más tristes se volvieron alegres y muchas risas comenzaron a ser oídas en los pasillos del nosocomio.

Una mañana la religiosa que lo atendía le dijo:

- "Los otros enfermos dicen que fue usted quien cambió todo por aquí. Ellos dicen que usted siempre está alegre".

- Es verdad, contestó él, siempre estoy alegre. Pero es por causa de aquella visita que recibo todos los días. ¡Me deja muy feliz!

La religiosa se quedó asombrada cuando se dio cuenta que la silla de al lado de la cama de Juan siempre estaba vacía. Juan era un anciano que no tenía ni recibía visitas de nadie, ni de familiares ni amigos.

- ¿Qué visita? ¿A que horas?

- Todos los días al medio día, respondió Juan con un brillo especial en los ojos. Él viene, se queda al lado de mi cama y cuando lo miro, Él sonríe y me dice: "Hola Juan, es Jesús".


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