Viviendo la castidad en el Matrimonio


La opción libre de vivir la castidad fuera y dentro del matrimonio no es una decisión fácil. Si uno no mira hacia Dios y concibe su existencia a la luz de sus ojos, sin ceder a las presiones de una sociedad hedonista, esta opción se hace aún más difícil, perdiendo ese regalo tan increíble que Dios confiere al matrimonio.

Para una familia -que decidió permanecer en el anonimato- ese regalo fue recuperado a tiempo, no sin ser ese camino "doloroso pero edificante" como ellos mismos lo atestiguan. Con 13 años de matrimonio y 3 niños de 2, 4 y 6 años de edad, ellos -a pesar de las dificultades y rupturas familiares que vivieron en sus propios hogares, conciben su unión matrimonial como el camino a esa santidad a la que están llamados. Aqui su testimonio

Una juventud difícil

"Mi suegro fue consistentemente infiel a su esposa y la golpeaba con regularidad, y como mi esposo era el único varón fue objeto de la furia de su padre. Mi padre murió cuando era adolescente, siendo víctima de abusos sexuales de un familiar y un vecino, abusos que mi madre jamás creyó e insinuaba que yo era la culpable de todo", relata la joven mujer. "Esos dolorosos hechos tuvieron lamentables repercuciones en mi vida matrimonial, porque ahora yo veo cómo yo hería a mi esposo, que ya de por sí estaba herido. No podíamos darnos uno al otro".

Los primeros conflictos

"Nosotros tuvimos una actividad sexual antes de casarnos, utilizando la píldora anticonceptiva como método de prevención, incluso dentro del matrimonio. "En ese tiempo, nosotros manteníamos la puerta de nuestra alcoba firmemente cerrada a Dios, y por varias razones, nunca consideramos la Regulación Natural de la Fertilidad (RNF) como una opción para nosotros. Teníamos la impresión de que los usuarios de la RNF estaban descontentos con el control que se les exigía, o eran orgullosos o críticos de aquellos que estaban fuera de su 'grupo', como si el practicar la RNF les hiciera automáticamente superiores moralmente".

Los hijos

"Sin embargo, luego de recibir consejería por un deseo creciente de suicidarme, comenzamos a tener hijos. Pensé que usar mi sexualidad para traer vida al mundo me sanaría. Ser los padres de nuestro hijo fue fácil y maravilloso; cuando nuestra hija tenía 1 año, yo estaba nuevamente sin control. Volví a la consejería, con la determinación de averiguar si yo en verdad era culpable del abuso y encararme a mí misma. En este momento, también decidimos poner todo en manos de Dios y no usar anticonceptivos. Tres semanas más tarde estaba embarazada. A pesar de que poner las cosas en manos de Dios fue un paso bien encaminado, no controlar la natalidad no era la respuesta correcta. No estábamos actuando responsablemente; estábamos tratando de hacer a Dios responsable de nuestras vidas. Además, la ausencia del control de la natalidad no lleva al respeto mutuo".

Una impresion equivocada

"Cuando nuestro tercer hijo ya había dejado de lactar, mi esposo sugirió darle una oportunidad a la Regulación Natural de la Fertilidad, ya que la Iglesia la recomendaba. Algunos amigos la practicaban y parecía tener una relación particularmente íntima. Cuando asistimos a una charla sobre la Regulación Natural de la Fertilidad ofrecida por varias parejas casadas que nos habían recomendado nuestros amigos, mis sospechas de que la Regulación Natural de la Fertilidad era para las personas santas se confirmaron. Cada pareja dijo claramente que eran vírgenes antes del matrimonio, como si esto fuera un prerequisito. Si ésta hubiera sido mi única introducción al programa de la RNF, nunca lo hubiera intentado. Estas charlas nos aislaron aún más de la Iglesia, cuyas doctrinas estábamos tratando con ahínco de abrazar.

Tuve la suerte de tener una amiga muy especial en quien pude confiar mi inquietud de no sentirme digna para el programa de RNF. Fue con su apoyo que decidimos darle una oportunidad a la RNF, visitando pronto su oficina".

Un maravilloso regalo

"No somos la misma pareja ahora. Hemos alcanzado esa "comunidad de vida y amor" que se define en Gaudium et Spes. El respeto hacia nosotros mismos y entre nosotros requerido por la RNF ha ayudado a nuestra sanación. Puede que esto parezca poco probable, pero algo tan sencillo como no trabajar en el día del Señor puede enriquecer la vida de la familia como también la RNF puede enriquecer al matrimonio. He llegado a comprender la virtud de la sexualidad y este cambio en mí ha permitido que nosotros dos nos entreguemos mutuamente sin restricciones.

Este nuevo respeto ha abierto nuestros corazones el uno hacia el otro, y ya no somos dos personas heridas. Estamos seguros de nuestro amor, seguros de que nuestra unión es el plan de Dios para nosotros. Y esa semana cuando nos abstenemos es un regalo a Dios. Le hemos ofrecido nuestra sexualidad a Él en una forma auténtica igual como lo hacen los sacerdotes siendo célibes. Parece negativo y limitante decir que las parejas casadas no pueden hacerlo. Seamos justos y abramos la castidad para todos.

Para los que les cuesta convencerse, digamos que nada ha sido mejor en nuestra vida sexual que el programa de la RNF, es más divertido ahora porque es también más frecuente. Los días de abstinencia son como aquellos días cuando florecía el romance. Nos besamos, nos tomamos de la mano y nos damos miradas amorosas. Con el fin de no envolvernos mucho en nosotros mismos y evitar perder el control, le damos más atención a nuestro hijos en esa semana con más abrazos, besos y jugando más con ellos. ¿Qué más podemos pedir?

Creciendo en la fe

"La Regulación Natural de la Fertilidad fue la respuesta a todas las preguntas de nuestras vidas que difícilmente hubiéramos podido hacer. Pensamos que estábamos buscando métodos de control de la natalidad sofisticados y lo que encontramos fue el uno al otro y a nuestra familia. Nos hemos convertido en mejores católicos, mejores cónyuges y mejores padres ya que hemos amoldado esta área de nuestra vida a las doctrinas de nuestra iglesia. Y cada matrimonio merece este regalo tan increíble".


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