3º Mandamiento: Santificarás las fiestas

Dios nuestro Señor quiere que cada semana le dediquemos un día de fiesta para darle gloria y para nuestro bien y descanso.

Ese día ya no es el sábado como en el Antiguo Testamento, sino que la fiesta es el domingo, porque es el día en que Jesucristo resucitó gloriosos del sepulcro.

Los Apóstoles comenzaron a celebrar este día de la Resurrección y la Iglesia ha puesto en este mismo día la obligación de oír Misa entera todos los domingos y feriados religiosos de precepto juntamente con el descanso dominical.

Cuando no hay sacerdote o existe algún impedimento grave para asistir a la Santa Misa, se ha de procurar participar en una liturgia o en oraciones especiales al Señor; además que hay que santificar y observar el descanso dominical.

¿Qué nos manda el tercer mandamiento de la Ley de Dios?

El tercer mandamiento de la Ley de Dios nos manda participar en la Misa los domingos y demás feriados religiosos de precepto, observando el descanso dominical; y quienes voluntariamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.

¿Qué quiere decir descanso dominical?

Descanso dominical quiere decir que los domingos y feriados religiosos de precepto debemos abstenernos de aquellos trabajos que nos impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo.

¿Cuáles son las fiestas religiosas de precepto?

1º de enero: La Maternidad divina de la Virgen María.
29 de junio: San Pedro y San Pablo (día del Papa).
1º de noviembre: Todos los Santos.
8 de diciembre: La Inmaculada Concepción de la Virgen María.
25 de diciembre: La Navidad del Señor.
Y las propias del calendario de cada país, como pueden ser Nuestra Señora del Pilar (12 de octubre) en España, Nuestra Señora de Guadalupe (12 de octubre) en México, o Santa Rosa de Lima (30 de agosto) en Perú.

¿Qué hacer cuando no hay Santa Misa o alguna causa grave impida asistir a ella?

Cuando no hay Santa Misa o una causa grave impida asistir a ella, se recomienda vivamente participar en una liturgia de la palabra, o permanecer en oración durante un tiempo conveniente, individualmente, en familia o en grupo de familias.